EE.UU. entre la deuda y el dragón

La economía estadounidense navega en aguas turbulentas: una deuda récord, la sombra de la inflación y la creciente influencia de China dibujan un panorama donde las decisiones de Trump serán clave. Analizamos los riesgos, las oportunidades y las fuerzas que moldearán el orden global.

3/8/20256 min leer

La tormenta perfecta: Trump, aranceles y geopolítica

El caos mediático tras la irrupción de Donald Trump en la Casa Blanca no da un respiro a los inversores. El miedo a los aranceles fortaleció el dólar y elevó los tipos de interés del tesoro estadounidense hasta alcanzar niveles de pesimismo no vistos desde octubre de 2023.

Las promesas de Trump de bajar los tipos de interés y el precio del petróleo pasaron desapercibidas en los mercados. En cambio, sus declaraciones sobre aranceles o abandonar la OTAN —más polémicas— sembraron el pánico en las portadas de los medios.

Hoy, en Breaking Bucks, analizamos qué esconden las acciones de Trump y cómo podemos aprovechar las oportunidades que incertidumbre crea en los mercados financieros. Siguenos en Twitter para estar al tanto de nuevas publicaciones.

Más allá de los tweets: Los verdaderos desafíos

Para llevar a cabo una lectura correcta de la situación, debemos mantener la mente fría y aislarnos del ruido que emiten las declaraciones de Donald J. Trump.

Trump, pese a su discurso outsider, enfrenta las mismas obligaciones que cualquier presidente. Aunque hable de tomar el control de Groenlandia y del Canal de Panamá, estos son solo asuntos de segundo orden si los comparamos con los auténticos problemas que enfrenta la economía estadounidense.

El tema de la guerra en Ucrania tiene una implicación estratégica de dimensión geopolítica merecedora de un artículo aparte.

La deuda pública: 36 billones de razones

Estados Unidos tiene ecuación fiscal difícil de resolver. Resulta que el tesoro tiene un déficit del 6,4% del PIB (1,8 billones) y un gasto en intereses de la deuda nacional de 1 billón anual que devora el presupuesto del estado, superando incluso el gasto en defensa en 2024.

Cabe mencionar que cierto nivel de déficit, no tiene por qué ser negativo, siempre y cuando el resultado obtenido lo justifique, tal y como argumenta Stephanie Kelton en su libro The Deficit Myth. El problema es que EEUU prevé crecer por debajo del 2% en los próximos años.

Para colmo, de los 36 billones de deuda, 9,2 vencen en el ejercicio actual. Estos 9,2 billones representan nada más y nada menos que el 31% del PIB del país. A todo esto, habría que agregarle, por lo menos, otro billón necesario para cubrir el déficit de 2025.

Bonos bajo presión: la refinanciación asfixia

Para cumplir con sus obligaciones, el gobierno se verá obligado a emitir una gran cantidad de nuevos bonos, lo que aumentará la oferta de bonos del Tesoro y podría impulsar sus rendimientos.

Además, cualquier refinanciación supondrá aumentar el gasto anual en intereses, ya que actualmente el tipo de interés medio es del 3,2% sobre la deuda, un 20% menos del 4% que paga el bono a 2 años actualmente, y un 25% menos que el bono a 10 años (4.3%).

Otro factor de presión sobre el mercado de bonos es el programa de Quantitative Tightening de la FED, que busca reducir su balance a ritmo de 60 mil millones mensuales de bonos. Este programa durará hasta junio de 2025 si las cosas no cambian.

El problema de la refinanciación no es grave de por sí, pero alimenta un círculo vicioso poco deseable.

El mercado laboral y la vivienda, cómplices de la inflación

La inflación subyacente sigue anclada en el 3,3% desde junio de 2024, mientras que el PCE tampoco logra descender del 2,6%.

Ambos indicadores persistirán sin una moderación en el mercado inmobiliario, que representa el 33% del cálculo inflacionario. Los precios de la vivienda, con alzas de entre 4% y 4,7% anual (según la fuente), se han mantenido estables desde julio de 2024.

Además, es poco probable que el coste de la vivienda se reduzca mientras el mercado laboral sigue en pleno empleo. Los datos de enero de 2025 muestran que los salarios siguen creciendo entre el 4,1% y el 4,7% anual, dependiendo del indicador analizado.

La carrera por la hegemonía mundial

Este puzle económico tendría solución si no estuviese China al otro lado del océano pacífico. En plena carrera por la hegemonía, China viene acelerando al 5% anual sin sudar una gota.

Con una inflación irrisoria (0,2%), un superávit comercial de 1 billón anual y un dominio incuestionable en tecnologías clave, China maneja tipos de interés en el 3,1% —2,9 puntos sobre la tasa neutral—, consolidándose como una potencia económica blindada ante turbulencias.

Mientras, en el gobierno estadounidense se ve atrapado entre la urgencia de reducir su costo de refinanciación, el miedo a la inflación y el reto de mantener el mercado de trabajo a flote para evitar una contracción económica.

Trump no puede permitirse hundir la economía para controlar la inflación, a riesgo de quedar atrás en la carrera por la hegemonía global. Además, carece de facultades para bajar los tipos de interés, y cualquier intento por hacerlo podría desatar un incremento inflacionario.

A los norteamericanos solo les queda un camino, y Trump lo sabe. El primer paso es claro: ajustar el cinturón fiscal —recortar gastos o aumentar ingresos—. Los siguientes, sin embargo, podrían ser una jugada de manual: si no puedes vencer a tu rival, únete a él. ¿Veremos a EE.UU. abrazar estrategias chinas para no quedarse atrás? ¿Puede EE.UU. inmiscuirse en la renovada “amistad” entre China y Rusia?

Fortalezas de EE.UU. y el pulso tecnológico

La buena noticia para la economía estadounidense es que, aunque el endeudamiento privado está ligeramente elevado, no alcanza niveles alarmantes. Además, un mercado laboral robusto garantiza la estabilidad del consumo interno.

Por otro lado, EE.UU. mantiene su liderazgo global en algunas tecnologías estratégicas. Su mejor carta para enfrentar a China es la innovación. Pero China, consciente de esto, no se quedará de brazos cruzados.

Recta final: Trump prepara al Tío Sam

Tras analizar la coyuntura fiscal y monetaria de EE.UU., las propuestas de Trump —bajar tipos de interés, reducir el precio del crudo, recortar gasto militar o aplicar aranceles— dejan de ser meros eslóganes. Todas convergen en un objetivo: poner en forma al Tío Sam para un sprint decisivo que redefinirá el orden global.

En un próximo análisis, exploraremos si este duelo entre potencias logrará evadir la Trampa de Tucídides —esa guerra "inevitable" entre hegemonía emergente y decadente que describe Graham Allison— o si, por el contrario, el tablero mundial ya está listo para un reinicio abrupto.

Invertir en tiempos revueltos

En este entorno, los bonos americanos a 20 años (ETFs: TLT, DTLE, IS04) pueden ofrecer una muy buena oportunidad si los tipos de interés vuelven a elevarse por encima del 4,5%, ya que es probable que Trump consiga crear un entorno que favorezca bajadas de tipos. Es una inversión con un riesgo muy reducido y garantías de rendimiento mínimo gracias al cupón. En mi opinión, ofrecen una cobertura de lujo para un portfolio sensible a una recesión.

El crudo es mejor no tocarlo mientras no se desvíe en exceso del rango 60-75usd por barril (West Texas I.). El gas puede ofrecer una oportunidad de inversión en corto si sigue por encima de 4,5$ el metro cúbico, ya que no contribuye a los propósitos de Trump, y el fin de la guerra en Ucrania, antes o después, contribuirá al mayor flujo de gas en el mercado.

Las divisas, fruto de la incertidumbre, se hallan en valoraciones bajas contra el dólar y contra el euro, lo cual puede ofrecer buenas oportunidades de cara a una estabilización del panorama internacional y al aumento de las tensiones en la política interna de la Unión Europea, que puedan debilitar a la moneda comunitaria.

En particular me agrada el dólar australiano, debilitado pese a que su economía presentó datos decentes y las notas de la reunión del banco central sugieren que no hay prisa por reducir los tipos.

En cuanto a los índices norteamericanos, lo ideal es aprovechar fuertes caídas en los mercados de valores, siempre y cuando seamos capaces de identificar la realidad que subyace al miedo y la incertidumbre. Las caídas de esta semana han ofrecido una ventana interesante para realizar una entrada en el Nasdaq o en el S&P.